La década que va del 2008 al 2018 ha sido de alta intensidad política. Lo podemos constatar con diferentes indicadores de protesta y movilización social disponibles, confirmadas a partir del seguimiento de la actualidad política. Cientos de manifestaciones, protestas, concentraciones, y todo el repertorio imaginable de acción colectiva que desarrollan los movimientos sociales han formado parte del paisaje político del país. Dos grandes ejes han protagonizado este ciclo intenso de movilización social, producto del que Macià, Martí y Ubassart (2018) llaman la triple crisis -económica, de representación y territorial. Por un lado, en el eje nacional, el vinculado al movimiento soberanista / independentista con un proceso de movilización que contó con un ciclo de consultas, multitudinarias manifestaciones, surgimiento de nuevos actores, y finalmente un pulso con el estado que derivó en la suspensión de la autonomía - vía aplicación del artículo 155-, prisión incondicional y exilio de dirigentes independentistas, que comportó una etapa con la de desestabilización institucional y social de consecuencias todavía imprevisibles. Y por otro, en el eje social, las protestas del 15-M, que enlazaron con las protestas por los recortes en la prestación de servicios realizadas por el gobierno de CiU en el periodo 2010-2014, y en la constitución de unas candidaturas municipalistas con mucha presencia de activistas de movimientos sociales. En este artículo, a partir de la caracterización de los dos grandes agentes de movilización de esta última década 2008-2018- analizaremos como este doble ciclo ha podido cambiar la configuración de los movimientos sociales.
Palabras clave
movimientos sociales, Cataluña, protestas políticas, activismo político
